Como las palabras que brotan sin que nadie las contenga; como la tarde que sonreí viéndome en el alma de tus ojos. Dame el libre fluír como el lloro de la montaña, la brisa que acaricia mi rostro y forma torbellinos en tu pelo. Un día para amar, dos para sonreírte, tres para llorar, los demás para bendecirte.
Hoy tuve la oportunidad de sentarme a tus pies, y también la oportunidad de adorarte, tomé entre mis manos el brote de una rosa y la corté para amarte. Un suspiro que el aire no detiene, la ola que rompe en la playa. El sol de la mañana que te llama a vivir, un beso en tu frente y que te hace felíz.
Dame la libertad de sentirte, el olor del humor y también de tu piel. Dame el fruto del trabajo y la noche para descansar. Seas para mi la diosa del amor o de mi querer, la libertad para ver, oirte y rendirme a tus pies. La sonrisa de mis hijos y la tuya también. Libre para sentirte cuán dulce puede ser tu presencia, en el dolor o en el amor.
Dame la libertad para ser, y tuyo también. Para correr y andar al aire libre, y para llevarte de la mano. Para ser tu guía, y la mía también. No me coartes el despertar y déjame ser yo para amarte.
Cuál rocío que acaricia mi frente, el ave que hace tuyo su canto. Juntos por el mismo camino, llevados hacia el mismo despertar.
Como núnca te faltó la imaginación, tus alas a desplegar; te llevaron hacia las alturas, y gozamos de la misma libertad. Somos uno con todo, deja el brote para la planta, el amor para Dios, la palabra en tu garganta, vivir para la armonía, respetando a tu semejante. Dame, dale y entrega libertad: que la sonrisa de tus hijos y la de Dios no perderás.
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