Rocas embrutecidas que de la mano imploran,
Desde la tierra subiendo a sueños celestiales.
Sigue esculpiendo cual diligentes manantiales,
Que son huellas dejadas con arte y que nos honran.
Gracias, hija. Nunca habría disfrutado de éste placer, ni el placer de darlo a conocer, sino es por el ejemplo que me diste con tus gustos musicales. |
Desahogo del corazón...
y un par de alas para volar...
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