Veo a las garzas de un blanco teñido de amor;
de frágiles figuras dispuestas a volar.
Ellas acicalan sus alas, plumajes del mar;
son aves vestidas de paz y blanco esplendor.
Hoy coronan las copas del grotesco guarumo,
y se han posado para acariciar la mañana...
con los versos de mi alma que les admira y ama:
son blancas altezas de espíritu taciturno.
Hoy las veo asoleándose desde mi ventana:
tranquilas, indolentes; pacíficas, inclementes...
son las aves que con su paz para esta mañana,
despiertan compasión y admiración en las mentes
(de los que aman, disfrutan... ¡y al guarumo engalana!)
con su elegancia, su luz y de morbos ausentes.